miércoles, 31 de agosto de 2016

Normalidad


No puedo pensar en términos de normalidad
porque la normalidad es mentira.
Es una forma prefijada en la que decidimos encajar
sacrificando nuestros instintos más primarios,
nuestra verdadera voz.
Y así todos iguales y todos felices.
Todos normales.
Por suerte esa supuesta felicidad a algunos nos pesa.
A mí me pesa.
Y se traduce en inconformismo, en incomodidad,
tan insoportable que prefiero ignorar la normalidad
para acercarme al sonido de mi voz.

Digamos que estamos locos. Vale, bien. No me importa.
Ya no me interesan los nombres.
Tampoco lo que está bien y lo que está mal.
Me importa lo que es.
Sólo eso me interesa.

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