martes, 13 de septiembre de 2016

Tormenta de luz naranja


Como esas personas que crees conocer
desde antes del primer saludo
uno nunca sabe qué cosas conoce
la parte más profunda de su alma.
Y un día te sorprenden los discos de un cubano negro
aporreando el piano
como si una bandada de ángeles caídos
hubieran ido a recalar
al bar más oscuro
de una antigua ciudad
en blanco y negro.
Como un niño trasteando
que va a caer
al interior de una caja de música.
Como reír y llorar al mismo tiempo.
Rodeado de una suerte de mecanismo ancestral:
adentro casi llueve
y, en el exterior,
tormenta de luz naranja.

No hay comentarios:

Publicar un comentario