A veces nos llueve encima
un secreto.
Es tan bonito
que no sabemos qué hacer con él.
Yo lo miro y lo remiro.
Se sonroja. Me sonrojo.
Es tan precioso
que no sé porqué ha estado callado
tanto tiempo.
Si ríe con voz de quinceañero
y huele a tardes
de vida y nervios.
Quiere quedarse conmigo
y trae canciones
que guarda en su memoria,
alguna foto en blanco y negro
y dos nombres
escritos a bolígrafo
en el viejo diccionario de latín.
Dice que no fue premeditado,
que no nació para secreto
pero se cayó en el pozo
de las vidas negadas,
donde habitan las blasfemias,
y el recuerdo y el hambre
que no se pueden matar.
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