Madrid sonríe esta mañana
pero más va a sonreír cuando vuelvas.
Cuando fijemos las coordenadas
como la primera vez
y tus pasos y mis pasos
retumben de rayuelas
las aceras.
Hay un ritmo que me gusta seguir.
Un dolor hermoso
que punza hacia arriba
y me desordena
el estómago, el corazón y la garganta.
Es el ritmo del latido de más
que genera un temblor
sólo capaz de aplacarse si lo abrazas.
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