Me confundí.
Hice oídos sordos a la realidad.
Quise escuchar cantos de sirena
donde sólo había una verdad
tan preciosa
que no hacía falta
vestirla con nada más.
Y ahora voy a liberarla
de fantasías y túnicas brillantes
para que, desnuda,
muestre su piel
limpia y cálida.
Tan tierna,
tan inteligente...
tan real.
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